El encierro forzoso en medio de la pandemia, nos ha permitido como en una película de ciencia ficción detener el tiempo y re-evaluar nuestro actuar en diferentes ámbitos. Es una oportunidad para la humanidad de parar y re-inventarse.
RAMA Estudio – 19 de abril de 2020
Hoy tenemos lo que añorábamos, más tiempo familiar, una alimentación saludable, volver habitar la casa re adecuarla a los nuevos usos y descubrir nuevos rincones, compartir las tareas de limpieza y arreglos, disfrutar de un aire más limpio y el silencio que nos brinda la calle, tiempo para los pequeños proyectos o hobbies olvidados etc. Hablando desde una posición acomodada es un paréntesis necesario. Sin embargo, ¿qué pasaría si por un instante ese tiempo familiar se vuelve un infierno por violencia intrafamiliar?, ¿qué pasaría si el idilio de comer bien se convierte en un no tener qué comer?, ¿ qué pasaría si en la misma casa de 80 m2 viviríamos 8 personas que comparten un solo baño?, y ni hablar de hobbies pues toda la vida se ha invertido en trabajar porque es la única manera de subsistir en un modelo urbano, económico y social abrumante.
Cuando reflexionamos sobre el «stop» que nos a impuesto la pandemia, no paramos de pensar en cómo estábamos viviendo. ¿Como no existió un «stop» humanitario ante todo lo que estábamos pasando? Un mundo contaminado terriblemente afectado por la industria, políticamente desarmado, económicamente moribundo, socialmente distanciado. ¿Cómo no nos dimos cuenta que nos dirigíamos al vacío?
La pandemia es el pretexto para actuar y promover cambios desde donde nos encontremos sin importar posiciones, profesiones o circunstancias. Tenemos que actuar desde la conciencia. Se venían hablando de varias estrategias urbanas, arquitectónicas y constructivas más sustentables y resilientes. Hoy es tiempo de agilitar estos procesos de cambio y afianzar nuevos modelos económicos que nos permitan re-habilitar, re-habitar y re-usar lo que ya existe. Generar ecosistemas urbanos que nos acerquen a las buenas costumbres y los beneficios del campo, relacionar sistemas barriales y comunitarios que desarrollen redes basadas en la confianza y el apoyo mutuo. Tenemos que priorizar a la gente, volver a valorar al artesano, a los oficios que nos permitían apartarnos del consumo desmedido, hacer cosas de calidad que duren para toda la vida y no llenarnos de basura.
Es el tiempo perfecto para aprender de nuestras raíces y rescatar sistemas constructivos y materiales locales basados en saberes ancestrales, vernáculos que entendían desde la extracción de la materia y cuyo proceso apoyaba directamente a los obreros sin intermediario. Debemos priorizar a las industrias que sean social, medio ambiental y económicamente responsable con nuestras comunidades y descarta a las que monopolizan o depredan el planeta por dinero.
El impacto de cada construcción debe pasar por la crítica de la necesidad de construir o rehabilitar, generar sistemas autónomos de captación, reciclaje y calentamiento de agua, separación de desechos, etc. Hoy nos hemos dado cuenta que en el encierro añoramos el patio, el balcón, los espacios que nos permiten tener un huerto como parte del programa de vivienda o simplemente estar en contacto directo con el aire y el sol en medio del encierro.
Desde la estructura barrial focalizar los esfuerzos en generar plataformas de encuentro a partir de la subsistencia colectiva, producción de alimentos básicos, clasificación y proceso de residuos para generar compost o clasificar desechos para apoyar a nuevas industrias a base de plásticos, «Tetrapak», o papel. Promover espacios de reparación y no de venta. Pensar en insertar espacios para desarrollar los saberes que hemos dejado atrás por ser parte del consumo que sostenía este modelo económico.
No hay respuestas acertadas del cómo enfrentar este nuevo comienzo, pero si la añoranza como equipo de generar ecosistemas urbanos que nos permitan vivir en comunidades autosuficientes. Regresar a lo esencial y reconocernos como un todo para enfrentar cualquier catástrofe.
M.S. en Arq.
Carolina Rodas
@carorodas85
@ramaestudioec
Arquitecta co-fundadora de RAMA Estudio y Torno Co. Lab, plataforma colaborativa. Máster en City and Housing por la Universidad Politécnica de Madrid, máster en Vivienda Colectiva MCH, arquitecta por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Ganadora del primer premio a nivel nacional en Rehabilitación y Reciclaje en la Bienal Panamericana de Arquitectura 2014. Investigadora de la Universidad Católica de Quito. Coordinadora académica de la Bienal Panamericana de Arquitectura 2012. Coordinadora Internacional del concurso universitario del CIUHABITAT en el HABITAT III. Speaker en TEDX 2016. Conferencista a nivel nacional e internacional en temas de trabajo colaborativo, ciudad, procesos comunitarios y arquitectura recursiva. Colaboración en estudios de arquitectura en Taiwán y Colombia.