El barroco resguardado en las paredes del Carmen Alto

El barroco resguardado en las paredes del Carmen Alto

El monasterio del Carmen Alto se fundó en 1.653. No fue hasta 2008 que parte del claustro se adaptó para abrirlo al público. Actualmente la reserva del museo es dirigida por Noralma Suárez, quien es la encargada de preservar y resguardar los bienes patrimoniales pertenecientes a las hermanas Carmelitas Descalzas. Los bienes le fueron entregados al museo para su custodia y su gestión.

Estábamos en el interior de una de las habitaciones del Museo del Carmen Alto, perfectamente adecuado para resguardar las colecciones del convento. Luego de colocarse unos guantes, Noralma abrió las puertas de seguridad girando una gran rueda en el sentido de las manecillas del reloj. Las puertas se abrieron y las cajas que contenían el pesebre quedaron a la vista.

“A lo largo del tiempo, generaciones de religiosas de la orden de las Carmelitas Descalzas han enriquecido el pesebre conventual gracias a su devoción y a sus destrezas manuales. Alrededor de 300 esculturas de madera conforman el pesebre. Hay figuras, flores, delicados ropajes para vestir las imágenes y por supuesto el ajuar del Niño Jesús. La construcción del pesebre es una tradición iniciada en Italia por San Francisco de Asís en 1.223 con el objetivo de hacer más comprensible el misterio del nacimiento de Cristo.

Con cuidado, Noralma sacaba una de las cajas que contenía parte de la serie. Al abrirla, pequeñas esculturas de madera, protegidas con esponja, retratan personajes costumbristas de la ciudad. Una señora, golpeada por su esposo borracho, llamaba la atención; estos personajes hacían parte del Belén, así como también acciones cotidianas con personajes cargados de representaciones raciales.

En el mundo conventual femenino el levantamiento de pesebres fue asumido con devoción. El Carmen Alto no fue la excepción. Según crónicas del siglo XVIII, las Carmelitas Descalzas se destacaron por sus habilidades para elaborar figuras de marfil y madera, flores de tela y vestimentas, principalmente el ajuar del Niño Jesús. El Belén Carmelita está conformado por 300 piezas que datan principalmente de los siglos XVIII y XIX.

Su estrecha relación con el pesebre convirtió a estas piezas en objetos cercanos a las mujeres que frecuentaban los espacios en donde estaban colocados. Según Noralma estas piezas formaban parte de la cotidianidad del convento, se volvían objetos utilitarios. Por ese motivo y debido al desgaste, las piezas han sido intervenidas año tras año por las monjas, hasta que fueron entregadas al museo, acumulando así capas de pintura en las esculturas y trazos del tiempo en los trajes de los diferentes personajes.

Dependiendo de la jerarquía las figuras cambian de tamaño. Algunos tenían finos vestidos que brillaban por el reflejo de la luz. Otros tenían superficies realizadas con láminas de pan de oro y pintura, lo cual les daba un brillo particular. Impactaban sus ojos de vidrio. Todas las figuras son piezas originales realizadas en 1.700.

Textiles, documentos, pintura de caballete, esculturas, orfebrería, objetos utilitarios, entre otros, contienen poderosos mensajes religiosos, místicos y cotidianos.
Los bienes de la Reserva están organizados por categorías y dispuestos en mobiliarios especiales diseñados para tal fin. Cada ficha de inventario y catalogación se va recopilando en la plataforma SIPCE del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural luego de su respectiva aprobación técnica. De esta forma las colecciones del Museo del Carmen Alto tienen un soporte digital a disposición del público a través de esta plataforma gubernamental. Es una situación temporal mientras se gestiona un sitio propio, pues la plataforma del SIPCE se limita al registro e inventario de bienes, además no es una plataforma para la gestión de colecciones.

Grandes y poderosos claroscuros al óleo, con marcos de formas labradas y brillantes, están guardados ordenadamente en “armarios”. Los elaborados textiles, usados para vestir la iglesia y las esculturas, estaban protegidos en cajones. Los libros y las publicaciones se caracterizan por sus bellas ilustraciones y su hermosa caligrafía. La colección de música es una de las joyas más preciadas de la Reserva, pues además de contener las partituras, dibujadas a mano, de Misas festivas y otros géneros musicales, es parte de un conjunto de rollos de radiola que nos dejan ver que en el convento también existían momentos de esparcimiento.

Editado por:
rafael.duarte.uriza
Agradecimiento especial:
Museo del Carmen Alto

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